Probablemente en principio resulta ser o al menos aparenta ser fácil decidir con claridad y de manera casi automática qué es lo que deseamos para nosotros y esto sucede porque a través del tiempo y sin percatarnos, solemos idealizarnos de una forma específica, por ejemplo: cuando nos proyectamos siendo personas exitosas en todo el entorno que nos rodea, quizás siendo personas con altos logros profesionales alcanzados durante su corta o larga trayectoria, por qué no siendo personas altamente reconocidas y respetadas por la sociedad gracias a todos los logros obtenidos o grandes sumas de dinero amasadas que se resumen en codiciadas comodidades, incluso siendo personas exageradamente extrovertidas que apuntan a tener un círculo social amplio y de total validación, tal vez siendo personas con relaciones amorosas ideales que crean junto a su pareja el anhelado proyecto familiar que desde siempre soñaron o incluso simplemente siendo esas personas que tienen la satisfacción de terminar su día siendo felices, simplemente felices… Claro, eso dependerá solamente de cómo nos estemos proyectando y de qué acciones estemos sumando al respecto para conseguir ese objetivo.

Toda esta idealización personal parece un asunto sencillo, sin embargo, son nuestras decisiones, por minúsculas que parezcan, las que influirán directamente en lo que logremos para nosotros, pues son éstas mismas las que independientemente de si se encuentran o no se encuentran relacionadas con nuestros deseos, las que vendrán acompañadas de grandes repercusiones, las cuales no harán otra cosa más que acercarnos o alejarnos de esas proyecciones trazadas.

Es así como desde niños(as) escuchamos en repetidas ocasiones una pequeña frase que dice «cada acción tiene una reacción igual o superior a la misma» y es como gracias al tiempo y a nuestras experiencias que entendemos lo que eso puede significar y le aplicamos el valor que corresponde.

Aquí es donde sin duda influye de manera contundente nuestro bienestar y pasa a tener un alto valor y relevancia a la hora de tomar decisiones, pues casi siempre en base a ésta es que nos fijamos para elegir la decisión aparentemente adecuada para nosotros. Nuestra salud mental se encuentra íntimamente conectada con este importante ejercicio y es ésta la razón por la que en la mayoría de episodios los terminamos eligiendo «Repetir» que «Evolucionar».

HAY QUE TENER PRESENTE QUE: EVOLUCIONAR O REPETIR NO NOS CONVIERTE EN VÍCTIMAS O VICTIMARIOS.

Desmarcarnos de los patrones aprendidos que hemos llegado incluso a tomar como propios, no es otra cosa más que entrar en un nivel de aceptación donde reconocemos que no siempre podremos encontrar las condiciones ideales de lo que hemos proyectado para nosotros y que a veces no tendremos más alternativa que recurrir a la resignación y trabajar mucho más fuerte en ello para conseguirlo, también, que el control de nuestras decisiones es algo netamente propio y este debe estar basado en nuestras necesidades y condiciones, como el respeto, por ejemplo, y que este no debe estar influenciado bajo la aprobación o el juicio de otras personas, que no tenemos que regirnos necesariamente en esa persona que construimos 4 o 5 años atrás o en esa que edificamos fundamentada fuertemente en una experiencia desagradable, el cambio en nosotros mismos siempre será necesario e innegociable, porque gracias a este es que conseguiremos no salirnos del camino correcto y llegar de forma segura a nuestro propósito.

Y SI EN ESTE MOMENTO HAS DECIDIDO PARA TI REPETIR EN VEZ DE EVOLUCIONAR, RECUERDA QUE ESO TAMBIÉN ESTÁ BIEN.

Los seres humanos necesitamos vivir dentro de nuestro propio ritmo (sin presiones ni señalamientos) y sentir plenamente nuestras experiencias para conseguir no sólo aprender de ellas y trabajar en hacer mucho mejor nuestro próximo intento, sino entender y reconocer los errores propios y/o del(la) otro(a) y con esto desarrollar la capacidad de aceptar nuestra verdadera realidad y no esa que hemos forzado a sostener a toda costa.

«Así que ten calma y tómate sólo el tiempo necesario, no uno corto o uno demasiado largo, sólo el justo… Ama todos tus procesos, ama tu evolución, ama tus tropiezos y especialmente tus aciertos»…

PERO, POR SOBRE TODAS LAS DEMÁS COSAS, ÁMATE MUCHO MÁS A TI, ÁMATE DEMASIADO, MÁS DE LO QUE PUEDAS LLEGAR A AMAR A ESA PIEDRA CON LA QUE INSISTES O CONTINÚAS INSISTIENDO TROPEZAR.

por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *